Ahora somos 2

Si soy cuaima se abre a nuevas opiniones e invita a
una cuaima venezolana que habita en la espesura bonaerense. Veneno criollo con
calidad de exportación. Ahora pluralizadas y doblemente cuaimatizadas, decimos:
SI, SOMOS CUAIMAS... ¿Y QUÉ?


martes, septiembre 12, 2006

Dudas en tercera persona

Nunca creíste que pasaría. Siempre te habías referido a ella más que en tercera persona, para ti era un fantasma. Pero llegó el momento en el que te encontraste con ella de frente, si, ella, a quien le robaste las ilusiones, a quien diluiste los sueños con el sudor que derramaste en la cama de un hotel acompañada de su novio. Se acercó a la mesa a saludar a algunos (des)conocidos, y a él, a quién no sabes si por instinto, tres meses después, le brillaron los ojos. Tu, simplemente lo entiendes (o crees entenderlo) -DUDAS, DUdas, dudas-

Por un momento no tuviste nada que pensar o de qué arrepentirte, y ese hombre que hoy te agarra de la mano es tuyo de hecho y derecho, y no sólo gracias a vapores lujuriosos: sabes que va más allá, que te lo ganaste a pulso. Pero también sabes que te llegó la hora de reflexionar, tanto que te cansaste de lloriquear, tantas quejas al viento gracias a aquella mujer que en algún momento te quitó un hombre… y esa ahora eres tú, la que no midió, a la que no le importó nada. Cambiaste de rol. Ahora, quien se lamenta es ella, y es gracias a ti. Pero lo que tu no sabías, y quizás nadie, es que tu te sientes mal por haber sido la otra, por ser catalizadora de un rompimiento, tan mal como ella que es (o fue) traicionada (aún no sabes en que tiempo manejar el verbo) -DUDAS, DUdas, dudas-

Ahora sabes que también es terrible jugar el papelito de segunda, aunque por ahora seas la primera. Puedes jurar que será algo duradero. Pero el juego lo ganaste de manera sucia.
-DUDAS, DUdas, dudas- Quizás más adelante alguna te nombrará, o simplemente te dirá ella, en tercera persona.

-DUDAS, DUdas, dudas- y sacas cuentas (¿1 + 1 = 2 -1 =1 + 1 = X = 3? ¿X + Y? ¿qué sumas y qué no? ¿Qué valor pasa de positivo a negativo?), pero para esta ecuación no te han dando ni incognitas ni resultados, sólo tienes un despeje y -DUDAS, DUdas, dudas-

[escrito en un bar, rodeada por (des)conocidos]

viernes, septiembre 08, 2006

Paradojas hormonales

Estoy realmente hastiada de hablar de lo mismo, es algo que he escuchado y he repetido hasta el cansancio: mientras menos te enamores del tipo, ganas más, o mejor dicho, mientras menos demostraciones de ese sentimiento des, mucho mejor.

¿Qué ganas? tiempo libre, más independencia, pero sobre todo, te arriesgas menos y estás más protegida contra los coñazos que el muy mal nacido seguro te lanzará en cualquier momento, porque esa es su naturaleza, mientras que la femenina es más compleja, en nosotras las cosas no se remiten al hecho único de reaccionar frente a estímulos básicos.

Ahora bien, la mujer es un ser sutil, diferente. Si bien son ciertos los cambios hormonales, no todo se limita al devenir del estrógeno o el T4. Y esto los hombres no lo entienden. El 6to sentido que poseemos como hembras de la especie humana y la inteligencia que lo acompaña, ciertamente nos hacen ser más rápidas, audaces y hasta maquiavélicas, ellos nos pueden doblar la edad pero nosotras siempre vamos un paso adelante (y lo digo por experiencia propia).

¿Entonces? Si existen la conjunción hormonal, los presentimientos que vienen seguidos de un olfato que se agudiza en situaciones de peligro, la inteligencia, y toda esa cantidad de cosas que nos hacen más que privilegiadas y evidentemente superiores por tener una vagina , ¿por qué coño nos dejamos joder?. La respuesta es una y es simple: por creer en el amor eterno y en todas esas fantasías noveleras. ¿Qué vaina es esa? ¿Acaso el hombre no es efímero, y por ende, sus sentimientos también?

La eternidad no existe, más aún si tomamos en cuenta que lo que conocemos como amor no es más que un proceso bioquímico, que se genera en el hipotálamo –que no se donde queda - y cuyas señales son detectadas por las glándulas suprarrenales, que a su vez, segregan adrenalina y noradrenalina, que le ordenan a no se qué corteza de no se dónde que segregue – y aquí viene lo mejor – FENILETILAMINA, un tipo de anfetamina orgánica, que a su vez, estimula al cerebro para que segregue más y más anfetas, lo que hace que cuando estamos ‘enamorados’ entremos en un estado de sopor, de éxtasis, en el cual podríamos tener sexo o hablar toda una noche con el objeto amado, sin tener ni pizca de cansancio. ¡Ah! Esta sensación de ‘eternidad’ dura aproximadamente 18 meses, lo que viene después es otro rollo, y casi siempre es el resultado de ese periodo de enchave, nota y/o/u drogadicción en el que nos ha sumido nuestro malvado cuerpo.

Tomando en cuenta lo de las anfetas y todas esas cosas: comamos más chocolate – también contiene anfetaminas orgánicas – o incluso podríamos finalizar las relaciones justo en el mes 19, o la próxima vez, antes de que metamos la pata por enésima quinta vez, pensemos: más barata sale una caja de Prozac y más cómodo es conseguir marihuana en Tierra de Nadie… Y, químicamente hablando, la nota es igualita…

Fer y sus cadenas

Conocí a Fer Cadenas hace un tiempo en un local nocturno, hicimos click de inmediato. Definitivamente era un tipazo. Altísimo, moreno claro, cabello y ojos negros, con un cuerpo bien definido; amable, atento, caballeroso, Ingeniero en Sistemas, y sabía bailar. En fin, era el propio carajo al que te daría orgullo llevar a casa, a que pasara por las miradas inquisidoras de tu familia, pero tu, altiva, sostendrías su mano con firmeza para decir “mamá, te presento a mi novio”.

Fer y yo empezamos a salir, ¡por supuesto que no iba a pelar un partidazo como ese!. Las cosas no se podrían vislumbrar mejor con éste hombre. Se llevaba bien con mis amigos, era estable económicamente, y sexualmente ni hablar, quizás era el mejor que había pasado por mi cama en mucho tiempo. No éramos más que una parejita empezando, lo mejor de todo era que no había cursilería, nada de romanticismo absurdo de por medio, nada de flores ni de mensajes de textos de buenos días. Justo lo que necesitaba en ese momento, buena cama y ciertos detalles que hacían la relación única: TODO se limitaba al sexo y a la inmensa cantidad de licor que podíamos ingerir en una noche.

Después de unas cuantas semanas saliendo, Fer me dió una noticia: se iba al extranjero a hacer su postgrado. Lo que me dio fue una arrechera de puta madre, pero eso no fue lo peor en el momento que lo iba a confrontar me salió con una más terrible aún (no, no era casado): “cásate conmigo el año que viene, se que debo tener mis hijos contigo”.

¿Qué vaina es esta?- pensé - ¿En qué especie de subdimensión paralela había caído de manera súbita? ¿Cómo demonios el sabe que yo “debo” ser madre de sus carajitos?¿En qué piensa el pana? Y sólo alcancé a responderle con un trillado lugar común: “dame un poco de tiempo”. Fueron unos días de intensa agonía en dónde convergieron todos los pensamientos posibles en una mujer que jamás había pensado en el matrimonio, mientras Fer me pedía con insistencia que fuéramos a Ciudad Bolívar a conocer a su familia.

No puedo negar que la novelera que vive en mí y que todavía llora con algunas películas románticas, estuvo apunto de vencer la guerra… pero más pudo la que aún se jacta de que no pueden con ella... el otro rollo fue el cómo… ¿cómo demonios le decía a este pana que nada de nada?. Simplemente pensé: “mientras más rápido, mejor”. Pero no, no pude hacerlo, no se lo pude decir de frente, así que utilicé una técnica netamente masculina: la desaparición repentina en casos extremos. Y el universo me la puso demasiado fácil en el momento justo: se atravesó una operación de vesícula, de emergencia, y él estuvo unos 4 días en la clínica, y yo ni fui, ni lo llamé, por supuesto que cuando le dieron de alta no quería saber nada de mi.

Claro, hay más detalles en el medio, como por ejemplo que me dio sus tarjetas de crédito, y todas esas cosas, que ahora me hacen pensar que eran artimañas para amarrarme, pero lo que acabo de contar es el grueso de la historia.

Hoy en día, Fer está en ‘remanga la tuerca’, como dicen los cubanos, y yo sigo aquí en Caracas… solo pienso que sencillamente, Fer creyó que conmigo podía hacerle honor a su apellido, y encadenarme a un matrimonio con un poco de carajitos de por medio.

A modo de introducción

Alentada por un@s cuant@s perr@s malvivientes que me rodean, decidí pues abrir (¿es ese el termino correcto?) mi blog. Diarios de una cuaima, o diarios de LA cuaima como dirían algunos. Pues aquí estoy, sucumbiendo ante las tentaciones tecnológicas, gracias al profundo aburrimiento en el que me encuentro por haber renunciado a mi trabajo, dedicarle poco tiempo a mi familia y mucho menos a la universidad. Se lo que se están preguntando: no, aún no se cuando me gradúo y renuncié al trabajo porque en definitiva, no es lo mío, bueno, no era lo mío.

En fin, no pretendo ser vocera de esas miles de mujeres cuaimas reprimidas y/o/u declaradas, sólo contaré mis historias y las de ustedes. No violaré la privacidad, cambiaré nombres, no se preocupen. Sólo me queda admitir una cosa, ya casi todos lo saben, pero se los confirmo: Si, soy cuaima... ¿y qué?.