
Por un momento no tuviste nada que pensar o de qué arrepentirte, y ese hombre que hoy te agarra de la mano es tuyo de hecho y derecho, y no sólo gracias a vapores lujuriosos: sabes que va más allá, que te lo ganaste a pulso. Pero también sabes que te llegó la hora de reflexionar, tanto que te cansaste de lloriquear, tantas quejas al viento gracias a aquella mujer que en algún momento te quitó un hombre… y esa ahora eres tú, la que no midió, a la que no le importó nada. Cambiaste de rol. Ahora, quien se lamenta es ella, y es gracias a ti. Pero lo que tu no sabías, y quizás nadie, es que tu te sientes mal por haber sido la otra, por ser catalizadora de un rompimiento, tan mal como ella que es (o fue) traicionada (aún no sabes en que tiempo manejar el verbo) -DUDAS, DUdas, dudas-
Ahora sabes que también es terrible jugar el papelito de segunda, aunque por ahora seas la primera. Puedes jurar que será algo duradero. Pero el juego lo ganaste de manera sucia.
-DUDAS, DUdas, dudas- Quizás más adelante alguna te nombrará, o simplemente te dirá ella, en tercera persona.
-DUDAS, DUdas, dudas- y sacas cuentas (¿1 + 1 = 2 -1 =1 + 1 = X = 3? ¿X + Y? ¿qué sumas y qué no? ¿Qué valor pasa de positivo a negativo?), pero para esta ecuación no te han dando ni incognitas ni resultados, sólo tienes un despeje y -DUDAS, DUdas, dudas-
[escrito en un bar, rodeada por (des)conocidos]